domingo, 1 de diciembre de 2013

el Trancazo



Cold is in the air, tal y como decía la canción, pero acepten el juego de palabras, porque no estoy hablando del frío polar que sustituyó al veranillo permanente de la noche a la mañana, sino del TRANCAZO. Pocas palabras del léxico español son más precisas, agudas y descriptivas. Porque mires donde mires, todo el mundo parece haber sido vapuleado.

La enseñanza, como ya he contado yo en muchas ocasiones, es un mundo maravilloso; pleno de detalles que alegran tu vida. Uno de ellos es la climatología del aula, mundo aparte. Un profesor itinerante tiene que mirar el armario por la mañana como si fuera a escalar el Everest, y vestirse siempre por capas. Nunca sabes a qué clima te vas a enfrentar. Hay colegios donde hay que dar clase en manga corta, sobre todo a determinadas horas en que la calefacción hace hervir la sangre de los alumnos para desaparecer todo el resto de la jornada sin dar más señales de vida. Esto suele pasar por la mañana. En estos casos hay que ir muy veraniego, eso sí, abrigadito para cruzar pasillos y patios que están inmersos en la Invernalia de Juego de Tronos. Claro que, si tienes la desgracia de ocupar en el horario el hueco posterior a uno de esos compañeros amantes del aire fresco estás perdido: ha hecho que los niños abran hasta la última ventana de la clase y cuando tú llegas, todo está de color azul, empezando por los alumnos. En toda la hora, ya no hay calefacción que haga recuperar la temperatura. Que ya se podían comprar un ambientador de pino, digo yo... 

El horario de tarde suele ser más difícil de llevar, sobre todo cuando te ocupas de las extraescolares. Esto es como si no existiera en la planificación del cole, y el hielo a esas horas aparece ya por todas las umbrías del colegio en cuestión. A veces encuentras un radiadorcillo modelo de hace treinta años. Son muy populares esos que había en la infancia de los niños de los setenta en los cuartos de baño, que daban más ambiente que calor, con dos barritas incandescentes.... en los coles los cuelgan en la pared, y con eso te tienes que apañar. Ya digo, son decorativos. 

El colegio pendiente de reforma es otro calvario: sus instalaciones incluyen ventanas de hierro, de esas que no encajan, y por cuyos resquicios entra el aire gélido sin piedad. Además este tipo de colegio suele tener los techos muuuuy altos, que lo mismo guardan los 35ºC de Julio que los 5ºC de Diciembre. Un gusto.

Y por último,tenemos que lidiar con una figura surgida de la misma mente malvada que Freddy Krueger: La limpiadora!!! Se me viene a la mente una clase, donde cuando yo llegaba, estaba la clase casi encharcada, las mesas requetelimpias, pero ¡mojadas!, las tres ventanas de la clase de par en par, y lo peor de todo: ¡los ventiladores encendidos!! para que se secara antes. 

¿Comprendéis ahora por qué los profesores pasamos el invierno completo adictos al kleanex y al frenadol? Si es que no nos queda otra....