jueves, 15 de enero de 2015

JE NE SUIS PAS CHARLIE

Pues no. Yo no soy Charlie. Ni me identifico con ellos ni un poquito. Me parece aberrante que tres locos extremistas puedan entrar en una redacción con metralletas y llevarse por delante a una serie de señores sólo porque han dibujado una cosa que a ellos no les gusta, que les molesta o que les agrede moralmente; vaya esto por delante que luego siempre aparece alguno que se la coge con papel de fumar... Un dibujo es un dibujo. Y no mata.

Pero dejando esto aparte, me identifico mucho más con Ahmed y el resto de policías que cayeron también bajo las balas cumpliendo con su deber. Un deber que no consiste en levantar ampollas ni ofender a nadie. Con los judíos que murieron cuando hacían la compra, sólo porque eran judíos. Sin molestar a nadie, por más que no podamos decir lo mismo de los gobernantes de Israel.

Me identifico más con los miles de cristianos que están siendo exterminados en Africa. Sólo porque no son musulmanes. Con tantas personas que aquel ya lejano 11 de marzo en Madrid cogieron el tren para ir a trabajar y no volvieron más a casa. Sólo porque vivían en España, y a España (que la verdad que no sé exactamente qué creían los terroristas que es), merecía una lección. Me tiran más las personas que entraron al metro en Londres y no salieron más, los que estaban en su puesto de trabajo en las Torres Gemelas y allí se quedaron, aunque no tengo muy claro todavía qué fue lo que pasó allí.


Me duelen los guardias civiles y policías nacionales, los empresarios, políticos, farmaceúticos, guardaespaldas, niños que iban al colegio, militares, vecinos de casas-cuartel, peluqueros, clientes de Hipercor, niños que dormían en sus cunas... toda esa enorme lista de asesinados por ETA que parece que se nos está olvidando últimamente.


Me indignan los miles de niños muertos bajo la protección de la ONU en Palestina, asesinados en sus casas, los africanos que revientan en tantos países día sí y día también, las niñas que Boko Haram ha convertido en esclavas sexuales, los niños que deberían estar pegando patadas a un balón y en cambio son soldados que se encargarán de seguir asesinando a otros...

Pero no veo la necesidad de ofender. De provocar. De ampararse en la libertad para restringir la libertad de estar a gusto del que está enfrente. Ni a los cristianos, ni a los católicos, ni a los musulmanes, ni a los de un lado ni a los de otro. Porque esto ha saltado porque los hay que a la falta de respeto responden con sangre... pero creo firmemente que LA LIBERTAD DE UNO TERMINA DONDE EMPIEZA LA DE LOS DEMÁS. Y ahí está incluida la libertad de respirar libremente y de no sentirse agredido ni avergonzado de lo que uno piensa. Si algunos dejaran de llenarse la boca de LIBERTAD y empezaran a practicar el respeto, todos seríamos más felices, Y nadie tendría excusas para amparar su mala ralea. Tendrían que matar abiertamente, como ya lo hacen en tantos sitios.

Y no entiendo que Europa entera, con el abrazo de Estados Unidos, salga a la calle, se rompa la camisa y llore a gritos por la muerte de veinte personas, pero se incapaz de hacerlo cuando en Siria pasa lo que pasa. Cuando en Ucrania hay una guerra en la que mueren civiles. Cuando en Gaza se ha bombardeado a los niños dentro del colegio... Una vida es una vida? No. Una vida europea vale más. Y eso es lo más trágico de todo esto.




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